— Ya sabes lo que dice el refrán sobre los 40, ¿verdad?.
— Te refieres a aquello de “de los cuarenta hacia arriba no te mojes la barriga?
— ¡Qué va, eso es una tontería!, el verdaderamente importante, el terrible, es el que dice: “a partir de los 40, con la minga, ni se cuenta”.
Él es un filósofo de la vida, que dice que el bromuro que les echaban en la comida durante el servicio militar, para evitar que tuvieran erecciones (¡ya ves, qué tontería!), le está empezando a hacer efecto ahora.
Por qué les cuento todo esta tediosa historia, pues muy sencillo, no sé si a partir de los 40 empezará a funcionar cada vez peor nuestra entrepierna, pero creo que empieza a funcionar muchísimo mejor nuestra cabeza, la de pensar me refiero.
Haberme dedicado a escribir canciones y a cantarlas durante dos épocas de mi vida y dos épocas bien distintas, tanto en los personal, en lo colectivo o en lo que se refiere al mundo de la música en general en España, me da una buena amplitud de miras, ya que tienes una visión más completa, al permitirte la comparación.
Cuando yo dejé de cantar en público, allá por el año 1985, tenía muy claro dónde me encontraba en el mundo de la música, yo era un perfecto desconocido en el mundo de los cantautores, al que apenas conocían unos cuántos que frecuentaban los locales madrileños de actuaciones. A falta de discos que nos grabaran las discográficas, grabábamos casetes en nuestras casas para regalar a los amigos, Éramos muchos, legión los que nos encontrábamos en esa situación. Los consagrados hacía décadas que grababan y triunfaban. Luego, los buenos, los que eran de nuestra generación y sobresalían, siempre había alguien dispuesto a grabarles un disco (me estoy refiriendo a gente como Javier Batanero, Joaquín Lera, Javier Bergia… ). Pero cada uno lo teníamos claro, todos sabíamos dónde estábamos y a qué podíamos aspirar en ese momento.
Dejé de cantar en público durante 15 años y al volver me encontré todo totalmente cambiado. Bueno, algunas cosas no habían cambiado, arriba seguían estando los mismos, los “de siempre”, mientras que aquellos con un buen nivel a los que las discográficas se atrevían a grabarles, habían desaparecido del mapa, ya que ninguna compañía se arriesga, sólo apuestan por lo seguro. Pero lo que yo no podía esperarme ni de broma era la legión de cantautores jóvenes que habían ido apareciendo. Es posible que en mis tiempos también los hubiera, pero ahora el fenómeno Internet nos los había ido dando a conocer. Hay tal cantidad de jóvenes (y algunos algo menos jóvenes) cantautores en España, que ni siquiera me atrevería a dar un número cercano, pero de lo que estoy seguro es que pasan de los 400.
Internet por un lado, ha sido un buen arma, un utensilio muy útil, ya que nos permite a cada uno dar a conocer nuestra música en cualquier parte del mundo. Pero por otro lado ha sido una máquina de crear espejismos, ya que casi todos estos jóvenes cantautores al poder disponer de una página web con su nombre asociado a un .COM y a la vez al tener una gran facilidad de grabación y de autoedición, casi todo el mundo tiene su disco y su web, con lo que se creen “los reyes del mambo”.
Me temo que hay muchos jóvenes cantautores que viven en su propio sueño idílico, pensando que si no están en la cúspide, al menos cada vez se encuentran más cerca. Yo he vivido de cerca con amigos momentos duros, cuando se daban cuenta de la realidad, cuando para sus amigos sus conciertos ya habían dejado de ser una novedad y se encontraban (como casi todos) cantando para 6 ó 7 personas.
Yo viví los tiempos en los que para salir a escuchar música una noche, tomando una copa, tenías que reservar mesa con varios días de antelación, ahora todo eso terminó, podríamos discutir sobre quién tuvo la culpa, pero eso será ya en otra ocasión cuando lo abordemos, como también abordaremos el futuro de las nuevas generaciones de cantautores en España.
Publicado en cancioneros.com
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