Unos días atrás, ojeando la prensa, leí unas declaraciones de Carod Rovira, líder de ERC, en las que decía que tanto Maragall como Mas se habían equivocado y debían pedir disculpas en público. No me gustaría caer en la demagogia fácil que usa la derecha española, pero la verdad que no puedo entender cómo no se le cae la cara de vergüenza a este individuo.
Hace aproximadamente un año que todos nos sorprendimos con la noticia de que este caballero había viajado hasta el sur de Francia para entrevistarse con los dirigentes de ETA. El gobierno de entonces, capitaneado por José María Aznar, aprovechó la noticia para hacer toda la leña que pudieron y no contra ERC, ya que en realidad lo que siempre han intentado al atizar contra ellos, en realidad era hacer daño al PSOE y a sus dirigentes, ya que son socios de Carod en Cataluña. Los voceros del gobierno acusaron al dirigente nacionalista de pactar con ETA una tregua sólo para Cataluña. No creo que ese fuera su propósito, ya que habría sido tan repugnante que el “Napoleón catalán” no habría podido hacer lo que más le gusta, presumir.
Al señor Carod le habría encantado poder presentarse como el que convenció a ETA para que abandonase las armas, pero cuando quedó con el culo al aire, tan sólo se le ocurrió decir que pese a ser magnífico lo que estaba haciendo, no debería haber sido él en persona quien hiciera aquel viaje. Luego, posteriormente, su partido se presentó a las elecciones con el lema “hablando se entiende la gente”, para confirmar que él “estaba en lo correcto”.
El mismo caballero, meses después, tras un sofocón provocado por el rechazo de la Federación Internacional de Hockey a que Cataluña tuviera selección propia, pidió en público el boicot para los juegos olímpicos de Madrid. Después de más de un mes, salió a excusarse, diciendo que se “había equivocado”, porque había dicho en voz alta lo que todo el mundo pensaba, todo esto con el pin (escudo) en la solapa de los cosecheros de cava (se había pedido el boicot al cava catalán, como respuesta al pedido sobre Madrid), dando a entender que dicha rectificación sólo la hacía por beneficiar a los productores catalanes de cava.
Pues bien, este individuo es el que se permite el lujo de dar lecciones y de pedir a los demás que se disculpen, porque estaban “equivocados”.
Me temo que en el futuro seguiremos hablando del mismo caballero.
jueves, 3 de marzo de 2005
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